Elegancia y equilibrio con una justa y dosificada crianza en barrica

Hoy catamos un Ribera de Duero, Pago de Carraovejas Crianza 2012. Permítanme los lectores decir que mi primer encuentro con los vinos de Pago de Carraovejas se produjo en la primera mitad de los años 90. Si bien, en los últimos tiempos no se habían vuelto a cruzar en mi vida. Este encuentro/cata de hoy ha tenido un efecto rememorativo y el vuelo del pensamiento me ha llevado a reflexionar sobre algo que me gustaría compartir con ustedes más adelante. Pero, dejemos ahora las digresiones y centrémonos en la cata de este Pago de Carraovejas Crianza 2012.

Muestra un color cereza en el que se atisban todavía lo que podrían ser notas azuladas, lo que lleva a presumir que se trata de un vino al que le queda “vida por delante”, más allá de lo que la fecha de añada en la etiqueta haría pensar. Con una capa media-alta, bien pulido y brillante. En nariz, a copa parada, fruta. La presencia de la madera es sutil, muy sutil, un buen principio …

Ofrece una entrada dulce y sedosa de golosa fruta

Cuando movemos la copa y “abrimos” el vino, primero mucha fruta sobremadurada (moras y otras bayas), pero como en compota y/o, incluso, hechas mermelada (probablemente, las uvas con las que se elaboró este vino sufrieron los rigores de un tórrido Estío castellano). Después, notas de una bien y justamente dosificada crianza en barrica que se manifiesta en notas de especias (con alguna pimienta) y tabacos.

Al ponerlo en boca, ofrece una entrada dulce y sedosa de golosa fruta. Pero – ¡ y es una lástima! – con una tanicidad que produce un cierto efecto secante que “castra”, en alguna medida, la capacidad para mostrarse mucho más envolvente y lujurioso, además de acortar su persistencia en boca.

A pesar de este último detalle, he de decir que es un vino que me gusta por su elegancia y equilibrio (o viceversa). Y es que, en mi opinión, hablando de vino estos dos términos –elegancia y equilibrio– no pueden disociarse.

Y esto me trae de nuevo a lo que les anunciaba al principio. Esos recuerdos y, con ellos, esas reflexiones que la cata de este vino me ha provocado. Allí por los mencionados años noventa se inició un fenómeno que continuó a lo largo de los años posteriores del que todavía encontramos algunos vestigios.

Competir para elaborar el vino con más músculo

No se si por establecer diferencias con la omnipresente y hegemónica D.O.C. Rioja o por la poderosa influencia de algún gurú del vino, por ambas razones o, incluso, por alguna razón más que no somos capaces de colegir… el caso es que en algunas de las entonces llamadas “denominaciones emergentes” (y la Ribera del Duero no fue una excepción) se inició lo que parecía una loca competición por ver quién era capaz de elaborar el vino con más músculo, llegando a dar la impresión de que acabaríamos tomando el vino con cuchillo y tenedor (aunque ello supusiera renunciar al equilibrio y con él, a la elegancia).

Digamos que las catas-concurso dejaron de ser certámenes de belleza para convertirse en concursos de culturismo. Tanto es así que “la fiebre” se contagió incluso a algún productor de la mencionada DOC Rioja.

Quiero compartir con ustedes mi opinión sobre aquella tendencia estableciendo un símil –que espero y deseo que a nadie ofenda– con el atletismo femenino.

Los que tenemos edad suficiente recordamos a aquellas atletas de los años 70 de, por ejemplo, la República Democrática Alemana con aquel aspecto hombruno que incluso provocaba dudas sobre su condición de féminas en contraposición con las atletas del presente (muchas de ellas con apariencia de modelos). Pues bien, déjenme que les recuerde que las de hoy obtienen mejores resultados y marcas.

¡Que viva mucho tiempo la equilibrada elegancia!

Compramos Pago de Carraovejas Crianza 2012 en una vinatería y nos costó 26,50 euros.

Valoración Calidad/Precio

3 copas

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