La Bodega Castillo de Cuzcurrita es de verdad un castillo medieval construído entre el siglo XIV y XV, perfectamente restaurado y amurallado, que se encuentra en el corazón del pueblo riojalteño de Cuzcurrita y en el que desde sus orígenes, aseguran, se elaboraba vino. El Castillo cuenta con un recinto amurallado donde se cultiva con gran mimo una viña de 7,5 hectáreas, de 40 años, en vaso (sin espalderas) y ecológica. Antes de que fuera adquirido por los actuales dueños, a finales de los 90, se elaboraban vinos que se conocían con los nombres de Solar de Cihuri y Castillo de Cuzcurrita (registros para embotellar muy antiguos).

En 1999 los anteriores dueños vendieron la preciosa hacienda a un grupo empresarial que buscaba un negocio relacionado con la agricultura. Tras su adquisición, los nuevos dueños restauraron el castillo, que amenazaba ruina. Un año después se comenzó a elaborar vino de manera experimental. Utilizaron lo poco que se contaba en la hacienda. Había que probar. En esta primera añada del 2000 sólo se elaboró con la viña que está dentro de la muralla y que ahora llaman El Cerrado del Castillo .

 

Castillo de Cuzcurrita, vinos con personalidad propia

 

Desde el principio tenían claro la clase de vino que querían hacer. Un vino de guarda y de calidad para poder competir con los mejores riojas. La enóloga Ana Martín decidió, entonces, elaborar vino sólo con uva de la zona porque de esa manera podría distinguirse del resto de riojas. Buscaba un Rioja con una personalidad diferente y eso lo podía dar la uva de Cuzcurrita. Es una apuesta que al final, según nos comenta Ana, «fue la acertada sin ninguna duda».

Son viñas que están en la zona norte de La Rioja Alta, a mayor altitud. Y es por esto, por lo que las uvas de estas viñas aportan una acidez diferente y unas características muy peculiares. «Son uvas con menos estructura que las que se recogen en la zona de la Sonsierra, por ejemplo, pero que tiene otra elegancia, que se resalta aún más envejeciendo el vino en barricas nuevas de roble francés. Las uvas, siempre de viñas en vaso, tienen una mayor acidez y el PH más bajo, lo que hace que la vida del vino sea más larga y sean vinos óptimos para guardar. Es más, estos vinos mejoran con la guarda», asegura la enóloga de la bodega.

 

Viñas con poca producción, en vaso y ecológicas

 

En los cuatro años siguientes que siguieron a la primera añada del 2000 comprobaron que podían competir con un vino de calidad y decidieron empezar por trabajar en la viña, que hasta entonces había sido cultivada para obtener grandes producciones. El trabajo fue minucioso y se rebajó la producción casi a la mitad, para obtener calidad en la uva. Luego, ya en 2005, comenzaron a comprar viñas de la zona y a arrendar otras. En la actualidad el Castillo de Cuzcurrita cuenta con 20 hectáreas de viñedo propio y otras cinco hectáreas de viticultores de la zona. Veinticinco hectáreas en total que dan para producir anualmente 80.000 botellas. Exportan el 40% a EE.UU, Brasil, Perú, China, Inglaterra, etc.

La uva procede toda de un viñedo que mantienen en vaso y que una gran parte es ecológico. La idea es que todas las viñas lo sean. De esta manera aportarán un valor añadido a los vinos. Por eso, el futuro de Castillo de Cuzcurrita es convertir todo el señorío en ecológico y crecer año a año porque, según Ana, “se vende más de lo se está produciendo”. Los vinos salen al mercado con un año de barrica mínimo y tres o cuatro años en botella. En la actualidad se está sacando el Señorío de Cuzcurrita 2012.

 

Una vinificación sencilla y natural sin trasiegas ni clarificación, todo por gravedad

 

El modo de elaborar sus vinos también marca la diferencia. En una sala de vinificación perfectamente calculada se trabaja todo por gravedad y la fermentación maloláctica se hace en barrica. No se clarifica ni se estabiliza el vino. Es una producción sencilla y natural. Se utiliza para la guarda siempre barricas nuevas de roble francés, que son renovadas en su 30% cada año. Los vinos salen muy limpios y no se hacen trasiegas porque se mantienen con lías durante un año en la barrica, realizando removidos frecuentes o lo que se conoce como battonages.

Antes de ser embotellado, el vino permanece de tres a cuatro meses en depósitos de hormigón para el coupage o ensamblage. Todas estas técnicas dan una peculiar personalidad a estos vinos, aunque es la zona la que marca la diferencia, insiste Ana Martín. Además de Señorío de Cuzcurrita, elaboran también un vino que llaman El Cerrado porque está elaborado con las uvas de la viña que está dentro del Castillo. Tiene una crianza de 24 meses en barrica y saldrá al mercado como gran reserva.

Y Tilo, como homenaje al gran Tilo plantado en el jardín del recinto. El primer año es de 2013 y es algo muy especial porque se elabora con una selección de uvas del monte de pueblo de Cuzcurrita. Viñas muy viejas que se plantaron en una zona muy alta entre piedras. Se mantiene dos años en barrica y poco tiempo en botella. No todo los años la uva es buena porque no llega a madurar del todo, nos cuenta Ana Martín, «pero el año que es bueno, la uva que recogemos es una uva de una calidad excelente y muy diferente a lo que conocemos en Rioja».

 

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