110 mujeres del mundo del vino, en pie para reivindicar su trabajo y presencia en la ‘Gran Bodega’ de Mendoza-Argentina

Cuatrocientos años después de que unos sacerdotes jesuitas plantaran las primeras vides en la región argentina de Mendoza, 110 mujeres del mundo del vino de esta preciosa zona vitvinícola situada a los pies de Los Andes, se reivindican como expertas profesionales en viticultura y elaboración de vino en un Club que acaba de cumplir cinco años. (https://www.facebook.com/Club-de-Mujeres-Profesionales-del-Vino-. )

Enólogas e ingenieras agrónomas, todas en primera o segunda línea en la dirección de bodegas y viñedos, se hacen visibles en el Club de Mujeres Profesionales del Vino para “potenciar el rol de la mujer en el sector”.

El 1 de octubre de 2015 fue fundado este inédito club de mujeres del mundo del vino por Estela Perinetti de Bodega Las Estelas y por María Laura Ortiz de Winifera (empresa de servicios al sector vitivinícola). Una primera reunión en la que se puso de manifiesto que detrás del vino de Mendoza había más mujeres de las que se percibía.

El Club de Mujeres Profesionales del Vino coloca en primera línea a todas ellas y reivindica su gran contribución a la calidad y reconocimiento mundial de los vinos de Mendoza, la región de Argentina que más viñedo posee y más vino produce – 70 por ciento del que se produce en todo el país-.

Sus fundadoras recalcan que es un club profesional, por lo que no tratan temas sociales, personales o de política. El Club de Mujeres Profesionals del Vino supone para sus socias, además, ayuda técnica que puede ir desde una consulta sobre proveedores al intercambio de información sobre experimentos técnico-científicos.  Aseguran sus fundadoras que la actividad de esta organización se basa en la profesionalidad y en la generosidad. Compartir información y experiencias las hacen más fuertes y más expertas.

«Cada vez somos más mujeres con roles importantes en bodegas»

El club tiene también una función de poner al alcance de todas las socias recursos que pos sí solas no hubieran podido tener. Desde hace dos años celebran una reunión anual con los principales críticos de vinos internacionales y se organizan degustaciones técnicas con distintas temáticas para seguir desarrollando el potencial de cada bodega.

Laura Principiano, Enóloga de Zuccardi Valle de Uco, Mendoza afirma que “el club de Mujeres Profesionales del Vino es una oportunidad de conocernos entre las mujeres que vivimos en el mundo del vino, que a pesar de estar tan cerca, muchas veces no tenemos la oportunidad de encontrarnos. Nos ha ayudado a conectarnos, compartir miradas, experiencias e información.

El club nos acerca, crea una red de contención, de ayuda y de crecimiento profesional para todas las mujeres que formamos parte de él. El rol de la mujer en todos los aspectos de la vida ha cobrado muchísima importancia y la industria del vino no se queda afuera, cada vez somos más las mujeres que tenemos roles importantes dentro de las bodegas y estar conectadas nos ayuda a poder llevar a cabo nuestras actividades de la mejor manera posible. Es una alegría para mí formar parte del club y compartir con tantas mujeres profesionales esta actividad que tanto nos apasiona”.


«La generosidad es la gran virtud del grupo, que lo hace más fuerte»


Julia Halupczok, Sophenia, Gualtallary después de cumplir 3 años en el club nos cuenta que “es un honor estar entre tantas mujeres talentosas y trabajadoras. Es una gran herramienta a la hora de ayudarse, compartir información tanto técnica como operativa. No hay desperdicio. Este año la pandemia no nos dejó seguir potenciándonos con encuentros presenciales, principalmente talleres y seminarios para conocer en profundidad sobre la especialidad de cada una. Seguimos creciendo en apoyo y en buena comunicación”.

Daniela Mansilla, Ing. Agrónoma, PatenteX, Córdoba dice que desde que está en el Club de Mujeres Profesionales del Vino “no me siento tan sola, encontré que compartimos los mismos problemas y teníamos los mismos desafíos. Me alegra ser parte de este grupo de mujeres con las que aprendo e intercambio información técnica que es de gran utilidad. Es una herramienta de trabajo y de contención emocional”.

Tania Höy, Bodega Burbujas de Altura, Salta asegura que “la generosidad es la gran virtud del grupo, que lo hace más fuerte. Todas formamos un eslabón de una gran cadena de trabajo, experiencia y vivencias. Me enorgullece formar parte”.

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